Esta crónica debe
empezar pidiendo perdón a todas aquellas personas que han tenido que volver con
un peluche a casa. Como consuelo espero que les sirva el que saben que para el
próximo mercadillo será bienvenido de nuevo.
En la siguiente
edición necesitaremos que alguna de las cosas que ayer se fueron a los hogares
del Moro Isidoro vuelvan, sino la nostalgia de todos los que trabajan en el
mercadillo será infinita, ay esos pantalones de flores,
ay ese bolso de lentejuelas…. Algunas llevaban con nosotros desde la primera
edición y al salir de las cajas producían la misma alegría que el retorno al
pueblo de los abuelos cuando se vuelve para enseñarselo a los nietos.
Pues por fín se
celebró. Vencimos al otoño lluvioso y al invierno tempranero, ni agua ni frío
puede ya con la gran familia del Moro Isidoro. Sabemos calentar el ambiente,
cada uno con su especialidad:
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Chaquetones
de borreguito a saldo por si alguien llega deshabíao
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Pucherito
calentito para los fríos de manos
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Flamenco
que hace bailar a la Bernarda para los fríos de pies
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Magia
infantil en el escenario para los fríos de corazón
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Elegancia
internacional para los escépticos
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Canciones
que huelen a Sevilla para los bailones
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Profesionalidad
abriendo botellines para los sedientos
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Eficacia
cobrando para que salgan las cuentas
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Gusto
exquisito en las cocinas para los finos de paladar (dice la leyenda urbana que
hubo hasta sushi, se necesita algún testigo que lo atestigüe)
se ruega encarecidamente se reenvíen fotos, vídeos y todo reportaje gráfico del que se disponga del evento.
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